jueves, 30 de noviembre de 2017

CRÓNICA DE LO COTIDIANO

 CURSO-TALLER:
IDENTIDAD Y POESÍA EN EL CARIBE FRANCOPARLANTE
(Continuación)


Realizado por:
Equipo de Investigación del Centro de Estudios Caribeños de la UDO - SUCRE:
Dra. Norys Alfonzo, Lcda. Eleusis Bonillo, Mg. María C. Caraballo, Dra. Magaly Guerrero,
MSc. Carolina Lista, Dra. Mariela Longart, MSc. Mariangela  Malavé
Diseño y montaje: Marlene Soto

                                     
II.     La Literatura Caribeña como "Voluntad Programática"



En el siglo XX, poetas y artistas de Latinoamérica y del Caribe configuraron interpretaciones sobre su idiosincrasia y valores identitarios, buscando definir sus raíces culturales. En el ámbito caribeño se buscó precisar en qué consiste “ser isleños” y “ser universales” simultáneamente; y si es posible abrirse a la cultura universal estando aislados como isleños, de alguna manera “cerrados” culturalmente. Correspondió a los intelectuales indagar sobre esa conciencia ante la Identidad Cultural y la Insularidad. En general, la reflexión del momento osciló en develar dos aspectos básicos: el Desarraigo y la Universalidad de la cultura caribeña. Los distintos planteamientos varían de acuerdo a la historia de cada isla, puesto que los procesos históricos se dieron de manera diferente en Haití, en Guadalupe y en Martinica. Señaló el profesor Celso Medina que según Raphaël Confiant “hay una voluntad programática” que se relaciona con la cultura caribeña de habla francesa y que piensa no sólo en su isla sino también en el mundo entero. Es una poesía con visión de manifiesto.


Uno de los movimientos más trascendentes fue el Pan-Africanismo. Cobró vigencia en la década de 1920 para reivindicar a África, en consonancia con los movimientos vanguardistas de la época. Se propuso dar visibilidad a una cultura, que aunque estaba golpeada no se tornaba en inerte, estaba vigente. Es un movimiento universal que se manifestó en todos los lugares con presencia africana: en África, en Estados Unidos, en Jamaica, en Francia, por mencionar a algunas naciones.

Imagen de: https://www.priceminister.com
Algunos autores franceses y belgas se interesaron por la cultura africana: Placide Franz Tempels escribió “La Fisolofía Bantú”: Ontología del africano; Alexis Karamel: Filosofía Bantú; Marcel Griaulg: Entrevista a un anciano Dozon.

Entre los valores de la cultura africana está el concepto comunitario de familia, el linaje, la etnia, la veneración a los ancianos y a los antepasados. La vida no se interrumpe con la muerte; por eso el pasado es tan importante, así como también el  concepto de lugar que destaca árboles como el Baobab y pequeños seres como las hormigas; esta valoración va más allá de lo físico, implica también toda su cultura. Es una visión distinta a la de Occidente.

En términos generales, con el Pan-Africanismo se dio una revaloración de la cultura africana, a sus poetas y artistas. Por ejemplo, en Jamaica se imaginó un país ideal: Etiopía. El autor jamaiquino Marcus Garvey fue relevante en esta propuesta. En África, Senegal logró su independencia. La cultura africana comenzó a verse con simpatía y mirar al ciudadano africano como un ser pensante. Se comenzó a conocer a poetas y artistas. Puede mencionarse, por ejemplo, al poeta Birago Diop (1906-1989), quien se dedicó a recoger la tradición oral africana y mitos y leyendas de su país. Es famoso su poema “El Alma de los Ancestros” en donde se observa una relación con las cosas y con la muerte. Además, se repiten los versos por su musicalidad. Se trata del Animismo, una creencia en muchas religiones de  que todo tiene alma:

Escritor Birago Diop 
Imagen tomada de:https://biografiasyvidas.com
El alma de los ancestros

Escucha con más frecuencia
la voz de las cosas antes que la de los seres,
La voz del fuego que se propaga.
Escucha la voz del agua.

Escucha en el viento
el sollozo del arbusto:
Es el alma de los ancestros.

Los que han muerto no han partido nunca
Ellos están en la sombra que esclarece
Y en la sombra que se espesa,
Los muertos no están bajo la tierra
Ellos están en el árbol que se mece
Ellos están en el árbol que gime,
Ellos están en el agua que corre,
Ellos están en la choza, ellos están en la muchedumbre
Los muertos no están muertos.

Escucha con más frecuencia
la voz de las cosas antes que la de los seres
La voz del fuego que se propaga.
Escucha la voz del agua.
Escucha en el viento
el sollozo del arbusto:
Es el alma de los ancestros.

El alma de los ancestros muertos
que no han partido
que no  están bajo tierra,
que no han muerto.
Los que han muerto no han partido nunca,
Ellos están en el seno de la mujer,
Ellos están en el niño que llora,
y en la llama que se inflama
Los muertos no están bajo tierra,
Ellos están en el fuego que se apaga,
Ellos están en la roca que se queja,
Ellos están en las hierbas que gritan,
Ellos están en el bosque, ellos están en la morada
Los muertos no están muertos. 



El autor, Léopold Sédar Senghor (1906-2001) tiene un poema que se llama TOTEM, y manifiesta sobre "el negro" una visón distinta a la estereotipada y estigmatizada a lo largo de los siglos:

Totem

Tengo que esconderlo en lo más íntimo de mis venas
el ancestro de piel de huracán surcado de claridades y de rayo
Mi animal guardián, se me esconde
para que no rompa los candados
Es mi sangre fiel la que requiere fidelidad
protegiendo mi orgullo desnudo contra
mí mismo y la soberbia de las razas felices.


                            III.        África y el Caribe Franco-Parlante: Africanismo Literario en El Caribe

Escritor René Depestre
Imagen tomada de:http//ile-en-ile.org
En la Cultura Caribeña también se encuentra vigente el Africanismo literario. Uno de los rasgos sobresalientes es el animismo africano, que se resignifica en la poesía antillana. Es una característica fundamental que “zurce” la poesía caribeña. Es de capital importancia considerar este aspecto.

Sobre la presencia africana en El Caribe han surgido muchas interpretaciones. Entre las más conocidas se encuentra la visión de René Depestre. Para él el esclavismo en América se pigmentizó y creó una especie de negrofagia. En palabras del investigador Celso Medina “se creó una perversa “semiología somática” para referirse a diferentes aspectos relacionados con la cultura negra. Sus planteamientos polemizaron con la visión de Aimé Césaire y del senegalés Léopold Sédar Senghor.


Imagen tomada de:https://
latiendacomprometida.com



Para Frantz Fanon, siquiatra de Martinica y autor de las obras Los Condenados de la tierra, (1961), y Máscaras negras, pieles blancas, (1973), entre otros,  declaró: “El blanco está encerrado en su blancura y el negro, en su negrura”. Y, según el profesor C. Medina, “desde ese encierro, produjo prácticamente un Frankenstein social y cultural.”

A partir del siglo XIX, Francia comenzó los procesos de colonización en África. Los gobernadores franceses en este continente eran antillanos por cuestiones ideológicas. René Maran ciudadano de la Antillas, fue funcionario en Senegal. Destacó el profesor Celso Medina que según Hegel” (…) El África Negra es el continente de la Infancia. No se pueden considerar hombres”. Esa visión occidentalista no es solamente para el colonizador sino también para los colonizados. El sentimiento de “vergüenza étnica” es asimilado por la burguesía antillana que piensa en el modelo francés. Eran años en que se estimaba a los famosos antillanos más que a los franceses africanos, por razones ideológicas, hasta hoy. Por ello, se habla de un “blanqueamiento cultural”. Esto propició el surgimiento de una élite negra. El blanqueo es una actitud de vergüenza étnica. El símbolo y vía para ese “blanqueamiento cultural” fue la Escuela y el Estudio.
Imagen tomada de:https:
//casadellibro.com

En los primeros treinta años del siglo XX la reflexión de los intelectuales latinoamericanos y caribeños fue intensa. Se puso de moda reflexionar sobre la otredad, la alteridad y la cosificación. Agregó el profesor C. Medina: “En Las Antillas, en 1928 el prestigioso etnógrafo hatiano Jean Price-Mars publica su libro Así habla el tío (1935) (Ainsi parla l´oncle), en el que fija posición en torno a lo que denominó el “bovarismo” de los intelectuales haitianos, que bien puede ser atribuido a todos los intelectuales antillanos.” Celso Medina citó textualmente a Jean Price Mars sobre cómo concibe el “Bovarismo intelectual”:
 “la facultad que se atribuye una sociedad de concebir al otro como lo que no es"(1965:10).
En esa mirada positiva del “otro”, va implícita una subestimación de lo propio:
 “… por una lógica implacable, en la medida en que nos esforzamos por creernos franceses “coloreados, nos despreciamos en el ser haitianos” (ídem).

Comentó el investigador que “El referido libro abrió un camino hacia lo que sería una línea capital en el proceso de discusión identitaria de los antillanos”.

  
Creolidad

Elogio de la Creolidad
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Otro planteamiento es el de la Creolidad, que se puede observar en la obra de Jean Bernabé, Patrick Chamoiseau y Raphaël Confiant : Eloges de la créolité (1989), en el que se destaca cómo una cultura se ha ido formando en torno al creole y toma en cuenta la religiosidad, que ya no es africana ni es católica. Es “mezcla”, según la autora Michelle Ascencio en su obra Las diosas del Caribe (2007) y nació del miedo. El complejo de inferioridad y estigmatización cultural se alimentó de la religiosidad puesto que las deidades africanas se cristianizaron y se transformaron con el santoral católico.


Otro aspecto en el manifiesto “Elogio a la criollidad”, es, en palabras del profesor Medina, pronunciarse “por un lugar autónomo de la antillanidad, bajo le batuta lingüística de la lengua Creole. Señalan los autores que no son “Ni Europeos, ni africanos ni asiáticos: nosotros nos proclamamos Creoles. Llamarnos Creole será para nosotros una actitud interior; o más bien de vigilancia, o mejor aún, una especie de envoltura mental en medio de la cual se construirá nuestro mundo con plena conciencia del mundo”. 


IV.     Poética de la Negritud 

                                                                                    
También surgió la Poética de la Negritud. ¿Cuál es la particularidad del movimiento de la “negritud franco-caribeña”? Es una poesía cerca de lo panfletario hacia los años 20 hasta que aparecen en Francia los poetas Aimé Césaire, Léopold Sédar Senghor y Léon-Gontran Damas (Guyana Francesa) quienes complementan la perspectiva culturalista de la Negritud que valora la Cultura Negra y una Filosofía de la Negritud. Algunos lo asociaron con una Etno-Filosofía por la valoración de la música, las tallas negras, el mundo africano. Es una concepción desde lo etnográfico.

Los Poetas de la Negritud no huyeron del concepto de “lo negro”. Rompen con la visión plañidera de auto-compasión, de considerarse a sí mismos como “pobres negros”, actitud creada a lo largo del tiempo en la Cultura de la Resignación. Inclusive, se creó la “figura del zombi” que aboga al sufrimiento.

La Poética de la Negritud rescata el orgullo de ser negro. Crea un espacio para la cultura y herencia africana tan válida como la cultura griega o la cultura latina; realizó un gran esfuerzo por restablecer una cultura en el mundo. Así mismo, los poetas y escritores de la Negritud hicieron el esfuerzo de escribir en francés y de establecer vínculos con África y decirle al mundo: “existimos y queremos que ustedes entiendan que existimos”. También el movimiento de renacimiento norteamericano y jamaiquino rechaza al blanco. La negritud de Césaire no.

L`Etudiant noir, page de titre
Imagen tomada de: https://
www.patrimonies-martinique.org

Entre las publicaciones del movimiento de la Negritud se destaca la revista Legítima Defensa, publicada en 1932.

En 1934 se creó El estudiante negro, un periódico que tuvo mucho impacto en Guyana, que también participó del movimiento de la Negritud, Guadalupe y Senegal. Césaire estuvo presente en estas publicaciones. Senghor y Césaire coincidieron en la reivindicación no sólo del “negro” sino de la cultura negra.

Hay posiciones de alerta frente a los planteamientos de la negritud que ubica a la explotación del africano en la órbita del capitalismo, como puede apreciarse, por ejemplo, en la obra de René Depestre, Autorretrato en Otoño.

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