PARTICIPACIÓN DEL CENTRO DE ESTUDIOS CARIBEÑOS EN EL CONGRESO VENEZOLANO DE OCEANOLOGÍA: "VENEZUELA: UN MAR DE RIQUEZAS
POR EXPLORAR..."
POR EXPLORAR..."
(continuación)
Realizado por:
Equipo de Investigación del Centro de Estudios Caribeños de la UDO - SUCRE:
Dra. Norys Alfonzo, Lcda. Eleusis Bonillo, Mg. María C. Caraballo, Dra. Magaly Guerrero,
MSc. Carolina Lista, Dra. Mariela Longart, MSc. Mariangela Malavé
Diseño y montaje: Marlene Soto
II.
IMAGINARIO Y TRAVESÍA EN CRÓNICA
CARIBANA DE MERCEDES FRANCO.
Profa. Eleusis Bonillo
Profa. Eleusis Bonillo
Foto: Profa. Norys alfonzo
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La
Profesora Eleusis Bonillo inició su disertación refiriéndose a la escritora
venezolana Mercedes Franco, autora de la novela CRÓNICA CARIBANA (2005), a partir de la cual analizó el imaginario
marítimo como leit motiv de la obra,
presente en la aventura de los tripulantes del Stella Martis y también, el imaginario religioso.
La
profesora Bonillo hizo la observación de que para comprender la experiencia de
los viajeros marinos se requiere una visión general que vaya más allá de lo
geográfico porque la realidad y la fantasía suelen encontrarse,
particularmente, en los viajeros del Caribe, “tanto que los europeos
confundieron estas tierras con el paraíso” en una travesía casi épica, en la
que los viajeros se enfrentaban a Sirenas y Tritones que los obligaba a
deambular por el inmenso mar.
Monstruos marinos.
Imagen tomada de:https://www.
losolvidadosdelahistoria.wordpress.com/2013/05/15
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Indicó
la investigadora que la presencia de estos seres fabulosos en los relatos de
viajes nos adentra en la conformación de un imaginario con base mitológica y se
encuentra en las escrituras de las Crónicas y de los exploradores del Viejo
Mundo europeo, en las que se describe hermosos y misteriosos parajes, así como
seres extraordinarios. Así ha quedado plasmado en la literatura y, de alguna
manera, aún se mantiene.
Tal
es el caso de la novela Crónica Caribana
(1) que
relata, a manera de “crónica viajera”, la historia de un navegante italiano que
viene en la embarcación Stella Maris.
El personaje principal emprende su travesía desde La Española, actual Santo
Domingo, a isla de Margarita. Su viaje tiene como objetivo buscar perlas y
luego venderlas. Este recorrido se ve truncado por la destrucción y naufragio
de la embarcación.
La
estadía en una isla desconocida y la inclemencia de la naturaleza son elementos
decisivos en el desarrollo de la historia. En este contexto se desarrolla en la
novela el Imaginario marítimo, a
través de la travesía a bordo de la Stella Maris. La concepción que tiene el protagonista sobre las nuevas tierras y el
mar surcado, sus expectativas y su proyecto de navío permiten acercar a una
realidad deslumbrante:
Desde aquella jornada, la menos triste desde nuestro arribo a la isla, traté de ser lo más fiel posible en mi crónica de todo lo que nos ocurría. Apuntaba sucesos y fechas, al menos lo más importante, y es merced a eso que pude después recordar las cosas que ocurrieron durante mi azariento extravío por la inmensa y variable Caribana y nuestra permanencia en el infausto territorio donde vino a recalar para su desgracia y la nuestra, la bella Stella Maris. (p. 59).
Naufragio Imagen tomada de: https://www.histarmar.com.ar |
Destacó la investigadora que el relato configura,
así, un universo “extraordinario”. La visión de realidad que enfrentan los
tripulantes del Stella Maris se va
tornando más verosímil a medida que van aceptando dicha realidad -maravillosa-
que exponen los tripulantes de manera lógica. El personaje principal va
asimilando esta “nueva realidad”, sobre todo porque los sucesos se dan de
manera espontánea, que va exponiendo nuevas realidades y tribulaciones: la
homosexualidad de los tripulantes, las diferentes creencias, los nuevos dioses,
los nuevos lugares, seres fabulosos. Es así, como el narrador describe la nueva
realidad, puesto que se encuentra ante una región inexplorada y debe registrar
lo nuevo de manera “fidedigna” y como no conoce otra, “navega” por los hilos
imaginativos:
Seguí entonces los áureos arpegios maravillosos, fui tras aquellos sones celestiales y junto al palo de mesana logré ver al fin a la misteriosa cantora. Era casi una niña, envuelta en regias vestiduras, rubia y espigada. Me miró sin verme con ojos más verdes que la misma mar y se agitó con el viento su lujoso manto, ornado con flecos recamados de oro y perlas de fino aljófar. Una sencilla tiara de oro cuajada de rubíes y diamantes coronaba su cabeza infantil. (p. 19).
El mar, su descubrimiento, a pensar de Parry (1991) es relevante para la
construcción de las representaciones del mundo, y en especial del Nuevo Mundo.
Este tipo de relatos debe ir más allá de una perspectiva “lineal”, ya que debe
configurar un imaginario acerca de los lugares encontrados. Visto así, las
maravillas del Nuevo Mundo, las inmensas extensiones de mar, las islas de
inesperada belleza, la diversidad de la flora y la fauna, permiten la
construcción en el imaginario de este Nuevo Mundo Paradisíaco.
Lo que lleva a
coincidir con Castoriadis (2003) al afirmar que lo imaginario se apoya en lo
simbólico y viceversa, permite ver relaciones no evidentes y percibir nuevos
sentidos. He allí la visión del Mundo Nuevo: su percepción y visión a través de
“la mar” como hilo conductor. Por lo que este imaginario permite contextualizar
y explicar estas experiencias de “delirio” de las que son participes los
tripulantes, ya que otorgan sentidos y significaciones a ese mundo desconocido,
crea vínculos que le permite configurar dicho imaginario.
La profesora Bonillo hizo la observación de que la ingeniosidad de surcar
estas zonas parecía, en ocasiones imposible y suicida, puesto que “la mar”
representa lo desconocido, la naturaleza indomable, la seducción y el abrigo de
una madre, en palabras de Soler (2003), como un espacio otro:
Una inmensidad en constante movimiento, un infinito de una fuerza absorbente e incitante que atrae y atemoriza. El mar es la falta de sostén, es la ruta sin camino, donde la supremacía de la naturaleza fragiliza al ser que se adentra en él porque irremediablemente está sujeto a su arbitrio. Mar es desierto. Pero este espacio de la nada que es (el) (la) mar presenta una contundente diferencia aterradora respecto a la naturaleza deshabitada que es el desierto: si el desierto es lo infinito horizontal, el mar es el abismo vertical y sin fin (p. 96).
En la novela hay muchos ejemplos
significativos que pueden ilustrar las palabras de Soler:
El viento se detuvo en un bochornoso súbito y la Stella Maris, en la mar dormía, apenas cabeceaba lánguidamente, sin alterar el gris silencio de las aguas. (p. 25).
Antes de entrar en mi camarote, como lo hacía cada noche, me recosté un rato en la borda para contemplar la luminiscencia de la mar. (p. 35).
La mar se revolvía iracunda, bufaba y maldecía, el viento blasfemaba miserias, las olas crecían cada vez más agitadas y bañaban totalmente la cubierta. (p. 39).
En cuanto al imaginario religioso
–observó la profesora Bonillo- la visión monoteísta del personaje principal se
contrapone con la que traen los africanos y taínos: mientras que el principal
le implora al único “Dios del Cielo y no a tales y numerosos orichás”, estos
“herejes” le implorarán a Yemanyá y todo su panteón:
En medio de tan gran tribulación caté como mis esclavos sacaban una sarta
de semillas o cuentas, que no sea ciencia cierta qué cosa eran y las arrojaban
por la borda hablando en su sonora lengua africana, llamando a Yemanyá, Chango,
Eleguá, Ochun, y unas cuantas criaturas más de la peregrina caterva de
rarísimos espíritus, santos efebos y vírgenes negras que forman su oscuro y
misterioso santoral.
(…)
Cesco me aseguraba lloroso que sólo Yemanyá podría hacer que las aguas
se calmasen y yo, llamándolo sacrílego (p. 42)
La incursión de los protagonistas a estas tierras caribeñas nace de la
ambición hacia las perlas, y sobre ellas también hay supercherías:
Imagen tomada de https://www.tecnocomputo.co |
Para su hermana, la infanta Leonor, para la Emperatriz Isabel, para él mismo. Era un desvarío y una paradoja (…). Y tan de poco seso, pues solamente una persona de escaso magín creería que las perlas disueltas en el vino prolongan la vida. (...)
Expresó la investigadora que todo este imaginario se conforma de manera
funesta, pero también trae sus encantamientos, su seducción y de igual manera
se alaba su belleza. Las diferentes visiones permiten entender el encanto y
temor que producen a la vez.
Para concluir, la profesora Bonillo manifestó que "la mar-el mar" representa todo un universo en el que se imagina y se simboliza la naturaleza del ser humano. Para el imaginario mítico/simbólico refleja lo "im-posible", "in-creible". La mar, para los tripulantes, tiene vida como cualquier otro ser humano, y a través del imaginario lo construyen y re-construyen.
Dra. Magaly Guerrero
Profa. Magaly Guerrero
Foto:. Profa. Norys ALfonzo
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La
profesora Guerrero inició su presentación señalando que la pequeña isla de
Santa Lucía (600 km.), al Norte de las islas San Vicente y Las Granadinas y al
sur de la isla de Martinica, forma parte del arco insular, en el Este de la
zona Caribeña. Esta isla ha legado al mundo dos premios Nobel: en 1978, con
William Arthur Lewis en Economía, y en 1992[1],
con Derek Walcott en Literatura.
El
poeta D. Walcott nació en Castries, capital de la isla de Santa Lucía, el 23 de
enero de 1930 y murió el 17 de marzo de
2017. Su obra es muy amplia y se desenvuelve entre el Teatro y la Poesía. En la
isla de Trinidad fundó un grupo de teatro que incorporó el habla, ritmos y
folklore caribeños. También ejerció la docencia en Universidades de Inglaterra
y de Estados Unidos[2].
Poeta Derek Walcott Imagen tomada de: https://www.poetassigloveintiuno.blogspot.com |
En
1993 publicó el poemario Islas[3].
Es una antología de algunas obras del autor correspondientes a los años 1962 a
1987 e incluye los poemarios En la Noche Verde (1962); El Náufrago y otros poemas (1965); El Golfo (1970); Las uvas del mar (1976); El
Reino de la manzana-Estrella (1979); El
Viajero Afortunado (1981); El
Testamento de Arkansas (1987).
Señaló
la investigadora que ha analizado la poesía de Walcott siguiendo la orientación
metodológica del autor Andrés Bansart, propuesta en su texto Cultura-Ambiente-Desarrollo. (El caso del
Caribe Insular)[4]
, en el que se estudia la realidad caribeña a partir de la interrelación
espacio-temporal que el ser humano establece con su entorno físico y la
naturaleza y considera que:
[…] la identidad cultural del ser caribeño se encuentra […] en el cruce entre su identidad ambiental y su identidad cultural. Esta identidad es una conducta que permite al yo colectivo reconocer como suyo el ambiente en el que vive, asumir de manera creativa su cultura y […] responsabilizarse por su propio desarrollo[5].
Imagen tomada de: htttps: www./todocoleccion.net |
La profesora
Guerrero indicó que son relevantes los conceptos de
“Cultura”, “Vivencias”, “Identidad cultural”, “Ambiente”, Desarrollo”, “Yo
colectivo”, “Ser individual”, en la propuesta de A. Bansart y le han permitido
explorar el significado de ciertas imágenes relacionadas con las vivencias
desde el mar, ya sea la travesía marina, la vida en las islas caribeñas, el
tránsito como peregrinos hacia otros lugares, entre otras.
Si
existe un rasgo común en todo el poemario Islas
es la presencia de la memoria y de
los recuerdos, que van y vienen como
las olas del mar y son fragmentarios. La memoria los atesora y los retiene como
si se tratase de una “cueva submarina”, a donde convergen esos fragmentos de
recuerdos, como se expresa en el poema La
Rivière Dorée (1962):
La blanca carretera de greda, la
embestida del frío Dorée
a través de la garganta de los verdes
cedros, como el sonido
de las voces infantiles del Colegio de
La Misión,
como hojas y mares opacos en la mente
ici Choisaul.
Y como un manantial los ecos de piedra
de la catedral
o como una cueva submarina esculpida
en la arena.
Mientras peregrinaba por esta Vía
dolorosa intenté proteger
en mi memoria[6]
aquella carne estremecida al encontrar
a una Santa Teresa en su hornacina de
luz [p.25]
De
esta manera –señaló la profesora Guerrero- surge la imagen del Mar asociado a
la memoria, que es recurrente a lo largo del poemario Islas. Las relaciones se van encadenando y se manifiesta la gran
metáfora del Viaje que genera, a su vez, imágenes como la travesía marítima, el
exilio, el auto exilio, el peregrinaje, que ilustran circunstancias vivenciales
de los diferentes viajeros.
Cueva submarina Imagen tomada de: https://wwww.losblanquillos.com |
El
mar propicia el viaje, la vivencia de la travesía marina con sus múltiples
aventuras, a veces afortunadas y otras desafortunadas y convierte al viajero en
un peregrino de la vida que anda en una búsqueda permanente. El habitante
caribeño en algún momento de su existencia deberá salir de su isla natal, ya
sea por razones políticas, económicas o existenciales. El peregrinaje conduce a
este viajero al descubrimiento de la propia idiosincrasia, al reconocimiento de
sí mismo como un exiliado en tierras ajenas, pero también se percibe como un
ciudadano del mundo. Es un encuentro con la identidad humana a través del
tiempo en el que descubre también su identidad individual y colectiva.
Imagen tomada de: htttps:www.casadellibro.com |
Y al filo de la lluvia, una vela.
Lentamente la vela perderá la vista de
las islas;
La creencia en los puertos de toda una
raza se perderá entre la niebla.
La guerra de los diez años ha terminado.
El pelo de Helena, una nube gris.
Troya, un foso de ceniza blanca
Junto al mar donde llovizna
[p.87]
Para
finalizar su exposición, la profesora
Guerrero declaró que la poesía de Derek Walcott reconstruye la identidad
cultural desde la memoria histórica, en un acto de auto-reconocimiento y
reafirmación de su propia cultura caribeña, que atesora los recuerdos y
vivencias personales y colectivas, apoyándose en la imagen del MAR como fuerza
motriz unificadora de fragmentos de recuerdos, con gran aliento lírico en el
reconocimiento del SER CARIBEÑO.
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