viernes, 26 de junio de 2015

CRÓNICA DE LO COTIDIANO

V JORNADAS DE REFLEXIÓN
EN-CLAVE FEMENINA

BAUTIZO DEL LIBRO EL PARAÍSO PRESTADO. WÖRTER, DE DORIS POREDA
24 de marzo de 2015
( Continuación)
                                                                                                                     
   Por:
Dra. Norys Alfonzo, Mg. Ma. Carolina Caraballo,
 Dra. Magaly Guerrero, Lcda. Eleusis Bonillo
Equipo de Investigación del Centro de Estudios Caribeños
 de la Universidad de Oriente
Estudiantes de la Materia Temas de Literatura Caribeña I-2015
Diseño y montaje: Marlene Soto


II

En las V Jornadas de En-clave femenina la presentación estuvo a cargo de otra exalumna de Doris Poreda: María Caraballo. Esta profesora e investigadora del CEC UDO centró su exposición en una de líneas vertebradoras de la historia: la extranjeridad. Sobre este aspecto señaló, en principio, que la condición de ser extranjero es vivida por cada personaje de manera distinta. El paraíso-infierno ficcional surge como consecuencia lógica del viaje en sí mismo.
Profa. María Carolina Caraballo
Foto: Monika Minge
De Lötzen a Venezuela hay un recorrido intenso que se hace mucho más avasallante por las vivencias en cada lugar. El periplo inicia con la “salida-huida” de Hamburgo y la llegada a Salzhausen, a casa de los Päper, esos campesinos adinerados que les brindaron sus primeras experiencias como extranjeros en su propia tierra. De allí a Munich, Milán, Génova, desde donde partirán a Venezuela en el barco trasatlántico “Américo Vespucio”. Ya en nuestro país, llegan primero al Puerto de La Guaira a unas barracas que se parecen más a las descripciones de los campos de concentración que al paraíso prometido. Finalmente, se instalan en Ciudad Bolívar, en el campamento de inmigrantes “La Esperanza”.
Sobre ese proceso migratorio representado en El paraíso prestado. Wörter, que deviene en la inexorable condición de extranjeros de los protagonistas, continuó explicando la profesora Caraballo, al ser a escala familiar se distingue de las migraciones colectivas tan propias de la zona caribeña, pero entraña una complejidad también interesante: esa suerte de búsqueda material trasatlántica con reminiscencias de la leyenda de El Dorado.
Así, añadió la presentadora, los desplazamientos migratorios ficcionalizados en la novela se llevan a cabo por un tiempo suficientemente prolongado y obliga a esos personajes a construir nuevas cotidianidades. Se produce una apropiación de nuevos bienes anímicos (afectos, lengua, familia) que deviene en una pérdida de la identidad cultural europea originaria. En este sentido, se materializan en la historia varios de los condicionantes que Julia Kristeva (1991) adjudica a la extrajeridad. Entre ellos, por ejemplo, que la condición de extranjero despierta una conciencia inédita de la alteridad en tanto se ponen a prueba los modos de aceptación de lo otro, lo extraño. Y este gesto, de acuerdo con el análisis de la profa. Caraballo, es uno de los aspectos que la novela El paraíso prestado. Wörter presenta.
No obstante, pese a las expectativas cifradas, estos inmigrantes alemanes, “los pobres de los pobres” como los describe la propia protagonista, sufren también el recelo de los huéspedes criollos; a su llegada no gozan de ese banquete utópico que, según Kristeva, es la hospitalidad. Y este hecho los obliga a involucrarse activamente en la construcción de una nueva rutina de vida, marcada por la incansable voluntad de trabajo que mantendrán hasta su muerte.
Escritora Doris Poreda y Profa. María C. Caraballo
Foto: Monika Minge
En las formas de sobrevivencia que ensayan dos de los personajes centrales de El paraíso prestado. Wörter, Elli y Bert, por ejemplo,  podemos entrever una necesidad imperiosa por encajar, por arraigarse; como señala Kristeva, “… el extranjero cuando tiene una acción o una pasión se arraiga…” (P. 17). Sin embargo Mutti, la más anciana del grupo familiar, tiene una perspectiva más conflictiva de la extranjeridad. Se refugia en su lengua natal y se resiste a nombrar la nueva realidad utilizando otros referentes lingüísticos que no sean los alemanes. No se resigna a perder parte de su arraigo cultural primigenio, de su identidad europea. Esta forma de extranjeridad vivida por Mutti está signada, como también explica Kristeva, por una permanente melancolía, por la nostalgia: “Enamorado melancólico de un espacio perdido, en realidad no se consuela por haber abandonado un tiempo. El paraíso perdido es un espejismo del pasado que nunca podrá encontrar nuevamente.” (P. 18)
Finalizó la profesora Caraballo concluyendo que gracias a lo descrito, y a otros elementos no contemplados en la presentación, es posible evidenciar que el destierro experimentado por los protagonistas se aleja de la errancia anímica característica de los exiliados por otros motivos pero que, no obstante, esa búsqueda por encontrar mejores condiciones de vida fuera de su suelo natal no deja de ser dolorosa para quienes emprenden la construcción de nueva cotidianidad al abrigo de extraños.

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