martes, 29 de mayo de 2018

CRÓNICA DE LO COTIDIANO

PARTICIPACIÓN  DEL CENTRO DE ESTUDIOS CARIBEÑOS EN EL CONGRESO VENEZOLANO DE OCEANOLOGÍA: "VENEZUELA: UN MAR DE RIQUEZAS 
POR EXPLORAR..."
 (continuación)


Realizado por:
Equipo de Investigación del Centro de Estudios Caribeños de la UDO - SUCRE:
Dra. Norys Alfonzo, Lcda. Eleusis Bonillo, Mg. María C. Caraballo, Dra. Magaly Guerrero,
MSc. Carolina Lista, Dra. Mariela Longart, MSc. Mariangela  Malavé
Diseño y montaje: Marlene Soto



             II.      IMAGINARIO Y TRAVESÍA EN CRÓNICA CARIBANA DE MERCEDES FRANCO.

Profa. Eleusis Bonillo
Profa. Eleusis Bonillo
Foto: Profa. Norys alfonzo
La Profesora Eleusis Bonillo inició su disertación refiriéndose a la escritora venezolana Mercedes Franco, autora de la novela CRÓNICA CARIBANA (2005), a partir de la cual analizó el imaginario marítimo como leit motiv de la obra, presente en la aventura de los tripulantes del Stella Martis y también, el imaginario religioso.

La profesora Bonillo hizo la observación de que para comprender la experiencia de los viajeros marinos se requiere una visión general que vaya más allá de lo geográfico porque la realidad y la fantasía suelen encontrarse, particularmente, en los viajeros del Caribe, “tanto que los europeos confundieron estas tierras con el paraíso” en una travesía casi épica, en la que los viajeros se enfrentaban a Sirenas y Tritones que los obligaba a deambular por el inmenso mar.

Monstruos marinos. 
Imagen tomada de:https://www.
losolvidadosdelahistoria.wordpress.com/2013/05/15
Indicó la investigadora que la presencia de estos seres fabulosos en los relatos de viajes nos adentra en la conformación de un imaginario con base mitológica y se encuentra en las escrituras de las Crónicas y de los exploradores del Viejo Mundo europeo, en las que se describe hermosos y misteriosos parajes, así como seres extraordinarios. Así ha quedado plasmado en la literatura y, de alguna manera, aún se mantiene.

Tal es el caso de la novela Crónica Caribana (1) que relata, a manera de “crónica viajera”, la historia de un navegante italiano que viene en la embarcación Stella Maris. El personaje principal emprende su travesía desde La Española, actual Santo Domingo, a isla de Margarita. Su viaje tiene como objetivo buscar perlas y luego venderlas. Este recorrido se ve truncado por la destrucción y naufragio de la embarcación.

La estadía en una isla desconocida y la inclemencia de la naturaleza son elementos decisivos en el desarrollo de la historia. En este contexto se desarrolla en la novela el Imaginario marítimo, a través de la  travesía a bordo de la Stella Maris. La concepción que tiene el protagonista sobre las nuevas tierras y el mar surcado, sus expectativas y su proyecto de navío permiten acercar a una realidad deslumbrante:

Desde aquella jornada, la menos triste desde nuestro arribo a la isla, traté de ser lo más fiel posible en mi crónica de todo lo que nos ocurría. Apuntaba sucesos y fechas, al menos lo más importante, y es merced a eso que pude después recordar las cosas que ocurrieron durante mi azariento extravío por la inmensa y variable Caribana y nuestra permanencia en el infausto territorio donde vino a recalar para su desgracia y la nuestra, la bella Stella Maris. (p. 59).

Naufragio
 Imagen tomada de: https://www.histarmar.com.ar
Destacó la investigadora que el relato configura, así, un universo “extraordinario”. La visión de realidad que enfrentan los tripulantes del Stella Maris se va tornando más verosímil a medida que van aceptando dicha realidad -maravillosa- que exponen los tripulantes de manera lógica. El personaje principal va asimilando esta “nueva realidad”, sobre todo porque los sucesos se dan de manera espontánea, que va exponiendo nuevas realidades y tribulaciones: la homosexualidad de los tripulantes, las diferentes creencias, los nuevos dioses, los nuevos lugares, seres fabulosos. Es así, como el narrador describe la nueva realidad, puesto que se encuentra ante una región inexplorada y debe registrar lo nuevo de manera “fidedigna” y como no conoce otra, “navega” por los hilos imaginativos:

Seguí entonces los áureos arpegios maravillosos, fui tras aquellos sones celestiales y junto al palo de mesana logré ver al fin a la misteriosa cantora. Era casi una niña, envuelta en regias vestiduras, rubia y espigada. Me miró sin verme con ojos más verdes que la misma mar y se agitó con el viento su lujoso manto, ornado con flecos recamados de oro y perlas de fino aljófar. Una sencilla tiara de oro cuajada de rubíes y diamantes coronaba su cabeza infantil. (p. 19).

El mar, su descubrimiento, a pensar de Parry (1991) es relevante para la construcción de las representaciones del mundo, y en especial del Nuevo Mundo. Este tipo de relatos debe ir más allá de una perspectiva “lineal”, ya que debe configurar un imaginario acerca de los lugares encontrados. Visto así, las maravillas del Nuevo Mundo, las inmensas extensiones de mar, las islas de inesperada belleza, la diversidad de la flora y la fauna, permiten la construcción en el imaginario de este Nuevo Mundo Paradisíaco.

Lo que lleva a coincidir con Castoriadis (2003) al afirmar que lo imaginario se apoya en lo simbólico y viceversa, permite ver relaciones no evidentes y percibir nuevos sentidos. He allí la visión del Mundo Nuevo: su percepción y visión a través de “la mar” como hilo conductor. Por lo que este imaginario permite contextualizar y explicar estas experiencias de “delirio” de las que son participes los tripulantes, ya que otorgan sentidos y significaciones a ese mundo desconocido, crea vínculos que le permite configurar dicho imaginario.

La profesora Bonillo hizo la observación de que la ingeniosidad de surcar estas zonas parecía, en ocasiones imposible y suicida, puesto que “la mar” representa lo desconocido, la naturaleza indomable, la seducción y el abrigo de una madre, en palabras de Soler (2003), como un espacio otro:

Una inmensidad en constante movimiento, un infinito de una fuerza absorbente e incitante que atrae y atemoriza. El mar es la falta de sostén, es la ruta sin camino, donde la supremacía de la naturaleza fragiliza al ser que se adentra en él porque irremediablemente está sujeto a su arbitrio. Mar es desierto. Pero este espacio de la nada que es (el) (la) mar presenta una contundente diferencia aterradora respecto a la naturaleza deshabitada que es el desierto: si el desierto es lo infinito horizontal, el mar es el abismo vertical y sin fin (p. 96).

En la novela hay muchos ejemplos significativos que pueden ilustrar las palabras de Soler: 

 El viento se detuvo en un bochornoso súbito y la Stella Maris, en la mar dormía, apenas cabeceaba lánguidamente, sin alterar el gris silencio de las aguas. (p. 25).
Antes de entrar en mi camarote, como lo hacía cada noche, me recosté un rato en la borda para contemplar la luminiscencia de la mar. (p. 35).
La mar se revolvía iracunda, bufaba y maldecía, el viento blasfemaba miserias, las olas crecían cada vez más agitadas y bañaban totalmente la cubierta. (p. 39).


En cuanto al imaginario religioso –observó la profesora Bonillo- la visión monoteísta del personaje principal se contrapone con la que traen los africanos y taínos: mientras que el principal le implora al único “Dios del Cielo y no a tales y numerosos orichás”, estos “herejes” le implorarán a Yemanyá y todo su panteón:

En medio de tan gran tribulación caté como mis esclavos sacaban una sarta de semillas o cuentas, que no sea ciencia cierta qué cosa eran y las arrojaban por la borda hablando en su sonora lengua africana, llamando a Yemanyá, Chango, Eleguá, Ochun, y unas cuantas criaturas más de la peregrina caterva de rarísimos espíritus, santos efebos y vírgenes negras que forman su oscuro y misterioso santoral.
            (…)
Cesco me aseguraba lloroso que sólo Yemanyá podría hacer que las aguas se calmasen y yo, llamándolo sacrílego (p. 42)

La incursión de los protagonistas a estas tierras caribeñas nace de la ambición hacia las perlas, y sobre ellas también hay supercherías:

Imagen tomada de https://www.tecnocomputo.co
Me habían hablado en La Española acerca de la locura de Carlos V por ellas y tuve que darle en aquel momento la razón. Estas minúsculas gotas del mar, saliva de los tritones, leche de los pechos de las sirenas, llanto de las estrellas, despertaban una tierna pasión en el alma del hombre. En  Don Carlos habían suscitado un verdadero delirio, un frenesí que lo hacía pedir cada vez más y más perlas de Indias, todas las que hubiere en todos los navíos que llegasen.


Para su hermana, la infanta Leonor, para la Emperatriz Isabel, para él mismo. Era un desvarío y una paradoja (…). Y tan de poco seso, pues solamente una persona de escaso magín creería que las perlas disueltas en el vino prolongan la vida. (...)
  
Expresó la investigadora que todo este imaginario se conforma de manera funesta, pero también trae sus encantamientos, su seducción y de igual manera se alaba su belleza. Las diferentes visiones permiten entender el encanto y temor que producen a la vez. 

Para concluir, la profesora Bonillo manifestó que "la mar-el mar" representa todo un universo en el que se imagina y se simboliza la naturaleza del ser humano. Para el imaginario mítico/simbólico refleja lo "im-posible", "in-creible". La mar, para los tripulantes, tiene vida como cualquier otro ser humano, y a través del imaginario lo construyen y re-construyen.





              III.      DEREK WALCOTT: LOS ESPACIOS DE LA MEMORIA Y EL MAR EN SU POESÍA
Dra. Magaly Guerrero

Profa. Magaly Guerrero
Foto:. Profa. Norys ALfonzo
La profesora Guerrero inició su presentación señalando que la pequeña isla de Santa Lucía (600 km.), al Norte de las islas San Vicente y Las Granadinas y al sur de la isla de Martinica, forma parte del arco insular, en el Este de la zona Caribeña. Esta isla ha legado al mundo dos premios Nobel: en 1978, con William Arthur Lewis en Economía, y en 1992[1], con Derek Walcott en Literatura.

El poeta D. Walcott nació en Castries, capital de la isla de Santa Lucía, el 23 de enero de 1930 y murió el 17 de marzo  de 2017. Su obra es muy amplia y se desenvuelve entre el Teatro y la Poesía. En la isla de Trinidad fundó un grupo de teatro que incorporó el habla, ritmos y folklore caribeños. También ejerció la docencia en Universidades de Inglaterra y de Estados Unidos[2].

Poeta Derek Walcott
Imagen tomada de: https://www.poetassigloveintiuno.blogspot.com
En 1993 publicó el poemario Islas[3]. Es una antología de algunas obras del autor correspondientes a los años 1962 a 1987 e incluye los poemarios  En la Noche Verde (1962); El Náufrago y otros poemas (1965); El Golfo (1970); Las uvas del mar (1976); El Reino de la manzana-Estrella (1979); El Viajero Afortunado (1981); El Testamento de Arkansas (1987).

Señaló la investigadora que ha analizado la poesía de Walcott siguiendo la orientación metodológica del autor Andrés Bansart, propuesta en su texto Cultura-Ambiente-Desarrollo. (El caso del Caribe Insular)[4] , en el que se estudia la realidad caribeña a partir de la interrelación espacio-temporal que el ser humano establece con su entorno físico y la naturaleza y considera que:

[…] la identidad cultural del ser caribeño se encuentra […] en el cruce entre su identidad ambiental y su identidad cultural. Esta identidad es una conducta que permite al yo colectivo reconocer como suyo el ambiente en el que vive, asumir de manera creativa su cultura y […] responsabilizarse por su propio desarrollo[5].
Imagen tomada de: htttps:
www./todocoleccion.net

La profesora Guerrero indicó que son relevantes los conceptos de “Cultura”, “Vivencias”, “Identidad cultural”, “Ambiente”, Desarrollo”, “Yo colectivo”, “Ser individual”, en la propuesta de A. Bansart y le han permitido explorar el significado de ciertas imágenes relacionadas con las vivencias desde el mar, ya sea la travesía marina, la vida en las islas caribeñas, el tránsito como peregrinos hacia otros lugares, entre otras.

Si existe un rasgo común en todo el poemario Islas es la presencia de la memoria y de los recuerdos, que van y vienen como las olas del mar y son fragmentarios. La memoria los atesora y los retiene como si se tratase de una “cueva submarina”, a donde convergen esos fragmentos de recuerdos, como se expresa en el poema La Rivière Dorée (1962):

La blanca carretera de greda, la embestida del frío Dorée
a través de la garganta de los verdes cedros, como el sonido
de las voces infantiles del Colegio de La Misión,
como hojas y mares opacos en la mente ici Choisaul.
Y como un manantial los ecos de piedra de la catedral
o como una cueva submarina esculpida en la arena.
Mientras peregrinaba por esta Vía dolorosa intenté proteger
en mi memoria[6] aquella carne estremecida al encontrar
a una Santa Teresa en su hornacina de luz [p.25]


De esta manera –señaló la profesora Guerrero- surge la imagen del Mar asociado a la memoria, que es recurrente a lo largo del poemario Islas. Las relaciones se van encadenando y se manifiesta la gran metáfora del Viaje que genera, a su vez, imágenes como la travesía marítima, el exilio, el auto exilio, el peregrinaje, que ilustran circunstancias vivenciales de los diferentes viajeros.
Cueva submarina
Imagen tomada de: https://wwww.losblanquillos.com

El mar propicia el viaje, la vivencia de la travesía marina con sus múltiples aventuras, a veces afortunadas y otras desafortunadas y convierte al viajero en un peregrino de la vida que anda en una búsqueda permanente. El habitante caribeño en algún momento de su existencia deberá salir de su isla natal, ya sea por razones políticas, económicas o existenciales. El peregrinaje conduce a este viajero al descubrimiento de la propia idiosincrasia, al reconocimiento de sí mismo como un exiliado en tierras ajenas, pero también se percibe como un ciudadano del mundo. Es un encuentro con la identidad humana a través del tiempo en el que descubre también su identidad individual y colectiva.

Imagen tomada de: htttps:www.casadellibro.com
La investigadora Magaly Guerrero expresó que la poesía de Walcott incorpora imágenes arquetípicas en los poemas, que anulan las diferencias espacio-temporales como se lee en el poema Ruinas de la Gran Casa (1962) que trae al recuerdo la traumática travesía marítima que produjo el comercio de esclavos a raíz del descubrimiento de América. Además, puede apreciarse en poemas como Archipiélagos, del poemario El reino de la manzana-Estrella, del año 1979, la identificación y reconocimiento con el ser humano de todas las épocas cuando algún viajero marino emula las aventuras de Odiseo al perderse en el mar, una vivencia común a todos los navegantes de todas las épocas:
Y al filo de la lluvia, una vela.

Lentamente la vela perderá la vista de las islas;
La creencia en los puertos de toda una raza se perderá entre la niebla.

La guerra de los diez años ha terminado.
El pelo de Helena, una nube gris.
Troya, un foso de ceniza blanca
Junto al mar donde llovizna
[p.87]

Para finalizar su exposición, la profesora  Guerrero declaró que la poesía de Derek Walcott reconstruye la identidad cultural desde la memoria histórica, en un acto de auto-reconocimiento y reafirmación de su propia cultura caribeña, que atesora los recuerdos y vivencias personales y colectivas, apoyándose en la imagen del MAR como fuerza motriz unificadora de fragmentos de recuerdos, con gran aliento lírico en el reconocimiento del SER CARIBEÑO.





[1] Con el nombre de Caribana


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